jueves, 27 de mayo de 2010

SOBRE SUICIDAS


Quienes venimos a este mundo somos irremediables suicidas, pero no todos de la misma calaña.

El suicida inevitable es el que se sabe condenado a morir, ya sea de un infarto, un cáncer o un accidente en carretera. El suicida vocacional, en cambio, es el que se pega un tiro en la cabeza. Esta última condición es sólo humana, ya que es muy raro ver a un orangután o a una leona, a un elefante o un buitre, que decidan clavarse una reja puntiaguda.

La salvación del suicida inevitable sería por supuesto la eternidad, pero en los últimos siglos esa posibilidad ha entrado en desuso. En cuanto al suicida vocacional, la salvación es más difícil. Habría que suprimir a nivel mundial todas las armas, incluidos tanques y misiles, pero en plena globalización eso es imposible. Además, al suicida siempre le quedará el recurso de tirarse bajo las ruedas de un camión o arrojarse bajo una catarata sin saber nadar.

Por otra parte, al suicida vocacional le está vedado el desvarío religioso, o sea que si se borra espontáneamente de esta tierra no podrá ingresar ni al paraíso ni al purgatorio, sino que descenderá directamente al infierno.

Si existiera una democracia a nivel universal, sin globalización que la limite, los suicidas (siempre que constituyeras un frente único entre inevitables y vocacionales) podrían llegar a ser los dueños del mundo. Qué problema para las Iglesias.

(Mario Benedetti)

1 comentario:

andrés dijo...

Al leer eso me puse a pensar en lo que yo creo en ese tema, es decir, el suicidio o la muerte en sí es algo que me ha seducido muchas veces, pero no porque estaba mal o tenia lios, no, simplemente es como remolino que te atrapa por unos segundo, supongo que adán se habría sentido así con la manzana... Sin embargo sé que nunca me suicidaré, sé que me moriré así me sienta inmortal, pero lo que realmente me desconcierta es que me importa un pepino eso... En fin...

Un abrazo enorme! y muchos más!


andrés