martes, 12 de octubre de 2010

CARTA A UN HIJO DE PUTA

¿Sabes que he pensado decirte que aún te amo y luego mandarte a la mierda?, ¿Que no he podido encontrar alguien como tú?, ¿Y que apostaría ganarme otro infierno si me equivoco?. ¿Sabes que desde que te largaste perdí la media sonrisa que me quedaba, las mil cosquillas, y la inocencia que me ayudaste a descubrir?. ¿Sabes que me quedo pegada como imbécil mirando tu carnet universitario que una vez me regalaste?, ¿Sabes que me empezó llegar al pincho Alejandro Sanz desde que la princesa rosada fugó a no sé dónde carajos para fumar marihuana con Bauhaus a todo volumen?.

Reducí mis reducidos amigos. Comenzó a divertirme violentamente romper corazones. Mandar a la mierda se volvió en mi última respuesta. Me repito que te odio, y lo peor de todo es que en años no he logrado conseguirlo. A veces imagino que regresarás con un perdón bajo la manga, y que un minuto bastará para reconstruir todo de nuevo, dirás que me amas, y yo responderé con una gran sonrisa lo mismo... Y entonces seguiré mirando el techo y terminaré por darme cuenta -una puta vez más- que estaba soñando con los ojos bien abiertos.

Ay, hijo de puta, estoy harta de toparme con tu madre, tía, primo, prima, hasta ellos están metidos en este cuento de mierda.

¿Eres feliz?, ¿If you leave me now, te sigue gustando?, pues a mí ya no. Chicago eres tú, y más allá de eso sus canciones amaneradas empezaron a aburrirme en exceso.

¿La amas?, ¿Te casarás con ella?, ¿Te es fiel?, ¿Le eres fiel?, ¿Sabe que fui parte de tu vida?. Puta madre, estamos enjaulados de mentiras.

No sé, pero hay un trozito de arena que me indica que esto aún no ha terminado. Qué carajos.

Bueno, te contaré que desde aquella despedida han pasado algunos intentos, que se quedaron en eso, en simples y fallidos intentos. No he durado más de dos meses con ninguno. Fueron ellos, quizá fui yo, no sé y la verdad no me interesa.

No surprises... No surprises...
He bajado de peso, mi cabello está más largo, tengo el mismo cerquillo que te gustaba despeinar, sigo desayunando un cigarrillo. Sigo renegona, desesperada, desesperante, perfeccionista, y despreocupada. Todo igual. ¿Y tú?

Hace un par de días subí las escaleras de mi casa y fue inevitable cachetear a los recuerdos. Me detuve y nos vi de nuevo. Ahí estábamos... parados, sentados, semi echados, amándonos, sintiéndonos, dibujándonos, jurándonos una frasecita de amor eterno. Ahí estábamos, poniéndole nombre al hijo que nunca tendremos, planificando un futuro que nunca existió. Ahí estábamos. Sólo existían tus ojos y los míos, los demás eran el humo que botaba de algún cigarro. Eramos tú y yo, y un hermoso pensamiento llamada "Axel Mariano". Eran tus zapatos encima de los míos al bailar, una cartita doblada en cuatro, mi lengua en tu oído, el abrazo más sincero.

Pero el tiempo nos cambió, o quizá fue una media vuelta forzada a dar. Ahora juras amor a otra, mientras yo me pregunto: ¿Ahora quién jodidos vendrá?.

Míranos ahora. Ya no estás. Y sin embargo, yo aquí escribiéndote una carta que nunca leerás.