martes, 20 de abril de 2010


Pies fríos sobre una tibia sábana, así pasan las horas atada a esta habitación. Cuando se pierde el silencio y el humo ronda disparejo por las cabezas.
De un extremo su silueta, como quién va perdiendo la cordura... y el corazón.

Pies fríos y un guante de cera... Por todos los demonios, juro que no podrás librarte de mí.

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