Pies fríos sobre una tibia sábana, así pasan las horas atada a esta habitación. Cuando se pierde el silencio y el humo ronda disparejo por las cabezas.
De un extremo su silueta, como quién va perdiendo la cordura... y el corazón.
Pies fríos y un guante de cera... Por todos los demonios, juro que no podrás librarte de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario